Es la octava vez que se viste de rosa, atuendo del líder del Giro. Su romance con el liderato del Giro, una carrera que enamora, comenzó el 27 de mayo de 2014 día de su novel y furtivo escarceo con la victoria en La Corsa. Era martes. El Stelvio, Cima Coppi, lucía ornado de lluvia y nieve. La policroma alegría de la caravana había desaparecido en un manto lobrego, despejado sólo por la luz y alegría reflejada en el Rostro del flemático Nairo, victorioso en la meta de Val Martello.
Vittorio Venetto, el refugio de Panarotta, Cima Grappa, el Monte Zoncolán y Trieste vieron la grandeza del diminuto hombre de la montaña, reclamando la gloria de vestir la casaca Rosa, lejana herencia de Learco Guerra. Despuntaba el mes de junio. Colombia parecía presenciar el Deja Vu de la victoria de Herrera en la Vuelta a España, el 15 de mayo de 1987. El olimpo deportivo celebraba la gloria, aunque efímera, del nuevo campeón del Giro.
El pueblo, como cuando venció «El Jardinerito» Herrera, reconoció en Nairo su propia victoria, el triunfo de la humildad, del esfuerzo, del tesón, el sacrificio y la constancia, amalgamadas en un ser ciclístico superior, con piernas de hierro y corazón campesino. Ese día la alegría saltó en pedazos para copar cada rincón de un país en el que el dinero mal habido, los asesinatos, la corrupción, los robos, la traición, el engaño y la banalidad han hecho perder los valores sociales de los ciudadanos.
Hoy, en Piancavallo, luego de destronar Domoulin, Nairo nos vuelve a hacer soñar con ganar el GIro. No sería una victoria cualquiera. Son los 100 años de un hito deportivo, convertido en símbolo y patrimonio del pueblo italiano. El GIro es más que una carrera de ciclismo, es el amor de un país por recordar sus raíces, la lucha por superar los problemas, la mejor forma de alejar la oprobiosa guerra, de exaltar al ser humano integro y la unidad e importancia de la familia.
Este fin de semana, Colombia es un solo corazón, esperando los dos últimos días de carrera. Asiago y Milán serán los escollos finales para Nairo, quien, aunque líder, sabe de sus limitaciones para la contrarreloj del último día. El sábado tendrá que dejar toda su energía en la carretera, buscando los segundos preciosos para inmortalizarse en la victoria. El domingo, la prueba tendrá la contrarreloj final entre Monza y Milán. El Reto para Nairo, si quiere ganar, será tomar más diferencia este sábado había Asiago, y mantener su posición, para el Domingo. Como dice Rubén Darío Arcila, todo el país quiere ver que este sea el Giro del Cente-Nairo.
Por Juan B. Estrada en Piancavallo