Hace dos días, Tom Domoulin (Team Sunweb) había mostrado que el ciclismo es un deporte de caballeros. El grupo iba lanzado en el descenso de Selvino a 35 kilómetros de la meta en Bérgamo. En una curva Quintana (Movistar), derrapó su bicicleta y fue a dar contra la barandilla. El holandés, como patrón de la carrera, hizo bajar el ritmo del paquete y espero a que su contrincante llegara al paquete. Nairo agradeció al final de la etapa el gesto del líder.
Ayer, la carrera iba lanzada en el último puerto del día hacia Umbrail, kilómetro 202, después de haber pasado el Mortirolo y el Stelvio, Cima Coppi. A Falta de 32 kilómetros de la Meta en Bormio, Domoulin se bajó de la bicicleta se fue al costado derecho de la carretera y buscó un lugar donde expulsar sus problemas gastrointestinales. Fueron exactamente 40 segundos desde que se bajó de la bicicleta hasta el momento en que reanudó su escalada. El sufrimiento se adivinaba en la cara del holandés.
Fue un momento crítico para el corredor del Sunweb. Sin compañeros que lo pudieran esperar, con sus problemas estomacales.y con todos sus rivales en el paquete principal, en plena escalada, todo el mundo pensó que el reinado del subcampeón olímpico en el Giro había llegado a su fin.
Las miradas oteaban el ataque de Nairo. Los corazones le hacían fuerza al corajudo Domoulin. Los italianos torcían por Nibali, Pozzovivo y Formolo como salvadores de la debacle de su ciclismo en este Giro. Steven Kruijswick quería reverdecer laureles como el año pasado. Los españoles tenían el corazón en la mano esperando la victoria de Landa y su extensa fuga. La cuesta se endurecía y las más de 6 horas de la fracción pasaban factura a jóvenes y veteranos. En el sitio de meta la masa de aficionados miraba perpleja las pantallas de televisión con el drama de unos y las ambiciones de otros. Los periodistas hacían cuentas y tomaban tiempos, mientras los organizadores de la carrera se frotaban las manos, porque el GIro revivía en emoción.
Nairo no atacó. El boyacense se refundió con dos de sus compañeros detrás de Ilnur Zakarín (Katusha), Domenico Pozzovivo (Ag2r la Mondial) y Vincenzo Nibali (Bahréin Mérida), entre otros. En ningún momento quiso romper el paquete, devolviendo así el gesto de caballero que había teñido Domoulin el pasado domingo. «Hubo otros equipos que sí atacaron, pero yo no lo hice por respeto», comentó el de Combita.
Nibali al ataque
Hasta hoy, ningún italiano había subido al podio de la carrera a reclamar los aplausos como ganador de etapa. Nibali estaba en deuda con su afición. Un campeón de Giro, Tour y Vuelta no podía pasar inadvertido, menos en la carrera más importante de su país.
Pensando seguramente en eso, «El Tiburón de Mesina» lanzó una serie de ataques en los kilómetros finales de la escalada a Umbrail. Con sus remezones, no pudo despegar a Quintana, que se mostraba cauto, sabiendo que millones de ojos observaban su reacción ante el retraso del líder.
Lo cierto fue que los lances de Nibali produjeron grandes fracturas en el paquete de los consentidos, redujeron la ventaja que tenían Mikel Landa (Sky), Steven Kruijswick (Lotto Jumbo) y Jan Hirt (Sprandi Polkowice). La tripleta era la única que había sobrevivido de la fuga que se fraguó desde antes del ascenso al Mortirolo, kilómetro 60, con 25 corredores.
En la cima, el español Landa ganó los 35 puntos, poniendo una puntilla a su magnifica actuación y ajustando 104 unidades logradas en el día. Su recompensa, la camiseta de la montaña. Landa había quedado tercero en el Mortirolo (24 puntos), primero en el Stelvio (45 puntos) y primero en Umbrail (35 puntos). En la general de montaña, el corredor del Sky es primero con 124 puntos, seguido por sus compatriotas Luis León Sánchez (Astana), 108, y Omar Fraile (Dimensión Data), 85.
Al paso por el Umbrail el vasco solo aventajaba a Nibali y Nairo por 12 segundos. En el descenso de 20 kilómetros a Bormio, Nibali atacó a Quintana y capturó a Landa, a falta de 7 kilómetros para la meta. El colombiano mantuvo a su máximo rival siempre a la vista en la bajada, minimizando riesgos.
Landa salva el honor del Sky, pero pierde la etapa
El español comienza a tirar de la dupla de punta, cometiendo un error de novato, pues el interesado en sacar tiempo era el bicampeón del Giro. El pupilo de David Brailsford pagaría el esfuerzo hecho en la etapa y, creemos nosotros, el de ayudarle a Nibali.
En la llegada, Landa lanzó su ataque a 300 metros de meta, pero Nibali lo rebasó y le ganó la etapa, salvando el honor del ciclismo italiano, mientras que el ibérico, con su espectacular actuación de hoy y su camiseta de montaña le da un respiro al maltrecho equipo Sky, que nunca ha podido ganar el Giro. En meta, a 12 segundos, entró Quintana. Pozzovivo cedió 24 segundos y Zakarin 34.
Quintana con suerte en el Stelvio
El 27 de mayo de 2014, bajando del Stelvio, en la etapa 16, tal como hoy, un día martes, cómo hoy, Quintana atacó a Rigoberto Urán, quien iba de líder. En compañía de ciclistas como Ryder Hesjedal y Pierre Roland empezó a tomar ventaja. En la llegada a Val Martello, en medio de algunas críticas, el boyacense le tomó 4 minutos y 11 segundos al paisa, arrebatándole de paso la camiseta de líder, la misma que conservó hasta el final de la prueba.
En la etapa de ayer, en la última escalada, sus excelsas condiciones, más el trabajo del Bahrein Merida, con Nibali y Franco Pelizotti, los cambios de ritmo de Pozzovivo, y el mal momento de Domoulin, se amalgamaron a favor del colombiano. El momento más difícil para Quintana fue el descenso a Bormio, pero se fajó para no perder mucho tiempo con el peligroso corredor de Messina. A Nairo, esta vez, contrario a hace 3 años, la rosada de líder se le escapó por 31 segundos, pero quedó en una comoda segunda posición, tras la etapa reina de la carrera.
Historias encontradas
En 1953, cuando se pasó por primera vez por el Stelvio, en una etapa que concluyó también en Bormio, como la de ayer, se respiraba un aire de tranquilidad por parte de Hugo Koblet, líder a falta de dos etapas para el final. En la jornada de la víspera, con final en Bolzano, ante la paridad de fuerzas, Coppi y Koblet habían acordado que el italiano ganaría la etapa de ese día, mientras que el suizo se llevaría el campeonato de la prueba dos días después. Pero el de Castellania no respetó la palabra y cedió a la tentación de la gloria. Al otro día, 1o. De junio, sus compañeros, primero, y luego él plantaron batalla sin cuartel, con fulminantes ataques en la escalada al Stelvio. La treta le resultó a Coppi, quien ganó la etapa en Bormio, tomándole más de 4 minutos a Koblet, quien perdió la confianza, la fe, la etapa y la carrera.
Hoy, 64 años después, sin que hubiese mediado pacto alguno, el armisticio unilateral de Quintana para minimizar las pérdidas del líder Domoulin, fue evidente. Ante el momento de crisis del holandés, el pequeño Movistar se quedó quieto en el paquete, sin propiciar ningún ataque, solo respondiendo a los acelerones de sus rivales. Nairo devolvió el gesto de caballero a Domoulin, contrario a lo que hizo Coppi en aquel lejano año para alcanzar su quinto Giro.
Ser bueno tiene sus recompensas. Quintana no endureció la carrera, pero recogió frutos de su gallardía, al quedar a solo 31 segundos del holandés en la general individual. Nibali le descontó 2 minutos y 18 segundos a Domoulin, más 10 de bonificación, para situarse a 1 minuto y 12 segundos. La carrera quedó apretada en un pañuelo, si tenemos en cuenta que vendrán 4 etapas de montaña y la contrarreloj final en Milán.
Por Juan B. Estrada en Bormio